Inyección de Botox. Botox para las arrugas faciales.
La inyección de Botox es un tratamiento indoloro, que puede provocar leves efectos secundarios y cuyos efectos se prolongan más allá de cuatro meses.
El Bótox es una proteína extraída de la bacteria Clostridium botulinum, la misma que provoca la enfermedad del botulismo. Se administra por medio de pequeñas inyecciones, que se aplican en el músculo correspondiente de la zona a tratar. La toxina botulínica tipo A actúa relajando los músculos y bloqueando los impulsos nerviosos. El resultado es la atenuación o desaparición de las arrugas, pliegues o líneas de expresión.
La inyección de Botox no produce, apenas, dolor. Puede experimentarse un ligero pinchazo, casi imperceptible. No obstante, algunos cirujanos estéticos aplican cremas anestésicas antes de iniciar la sesión. Otros especialistas no son partidarios de este tipo de productos, que se asimilan a través de la piel, pues pueden producir algunos efectos no deseados.
Las micro-inyecciones se repiten cada cuatro o cinco meses, dependiendo del tipo de tratamiento y paciente. Está totalmente desaconsejado administrar Botox en mujeres embarazadas, mujeres que se encuentren amamantando a sus bebés y enfermos neurológicos.
Las inyecciones que se emplean para aplicar el Botox utilizan agujas de muy pequeño tamaño. Generalmente, no es necesario el uso de anestesias complejas. Sin embargo, existen algunas intervenciones que sí precisan determinados bloqueos, siendo necesaria, en ese caso, la actuación de un médico anestesiólogo.
Es muy importante que estas inyecciones cosméticas sean administradas por personal médico especializado en cirugía estética. La inyección este compuesto puede provocar ligeros y temporales efectos secundarios, como párpados caídos, síntomas similares a la gripe, pequeños hematomas etc.
Las sesiones no duran más de veinte minutos, dependiendo del tipo de tratamiento y paciente. En cada una de ellas, se administran varias micro-inyecciones, que comenzarán a producir resultados a partir del tercer o cuarto día. Los efectos de cada sesión se prolongan durante cuatro, cinco o seis meses.
Una vez transcurrido ese período, los pacientes pueden someterse a una nueva terapia con Botox. Las inyecciones poseen efecto acumulativo. Esto significa que, a medida que se aplican las dosis, los beneficios de la toxina se prolongan durante lapsos de tiempo cada vez mayores.