En qué consiste la dieta mediterránea
La dieta Mediterránea consiste en el cambio del estilo de vida, donde las proteínas y vegetales son fundamentales, basado en una dieta equilibrada y variada en la que predominan los alimentos que se comen países de la costa del mar Mediterráneo, tales como Grecia, Francia, España y el sur de Italia, obtenidos de los cultivos tradicionales de esta zona próxima al litoral bañado en el Mar Mediterráneo.
Combinada con una activada física mínima de 60 min semanales, con rutinas sencillas, o solo caminatas de 15 min diarias, ayuda a bajar de peso de forma significativa, y además, trae beneficios como: el controlar la presión arterial, mantener los niveles de azúcar y lo niveles de grasa en la sangre o el colesterol.
En cierta forma, la dieta Mediterránea es similar a otras dietas saludables para el corazón en las cuales se debe comer alimentos como proteínas y vegetales, sin embargo difiere en otros aspectos ya que permite el consumo de más calorías de origen graso, siempre y cuando se elijan grasas no saturadas o mono-saturadas.
La dieta salió como resultado de un estudio realizado en los años 60 denominado "Estudio de los siete países", dirigido por Ancel Keys, para investigar los hábitos dietéticos de estos siete países entre los que figuraban cinco países no mediterráneos: Estados Unidos, Japón, Finlandia y Holanda, y tres mediterráneos: Yugoslavia, Italia y Grecia. Los resultados del estudio mostraron una clara relación entre las características de la dieta y la salud de su población.
Con estos estudios también se determinó que la dieta previene enfermedades cardíacas, reduce el riesgo de tener un ataque al corazón, reduce el colesterol, previene la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico, y que era el tipo de grasa en la dieta, más que su cantidad, la que se relaciona con el riesgo cardiovascular. Posteriormente se vio que la dieta mediterránea aporta además gran cantidad de antioxidantes que protegen del envejecimiento celular y la carcinogénesis.
La dieta mediterránea incluye grandes cantidades de fruta, y carnes magras como el pescado, pollo, frijoles, así como vegetales como la salsa de tomate, ensaladas y vino. Los alimentos horneados, como pasteles, deben reducir la carne, el queso así como los dulces. Para seguir la dieta hace falta realizar cuatro cambios en la rutina alimenticia, las cuales se van haciendo en forma progresiva y consecutiva.
Muchas de estas comidas se sirven con vino, ya que se ha descubierto que es capaz de influir positivamente en la salud al reducir el riesgo de enfermedad coronaria, disolviendo las grasas.
En adultos de edad avanzada, puede ayudar a demorar el deterioro cognitivo, que es cuando el cerebro ya no funciona tan bien como antes.